domingo, 28 de noviembre de 2010

Un nuevo adiós que da paso a un nuevo hola

La primera vez que vi a Djine Seck me impresionó. Tenía unos veinticinco años y en mi estúpida idea de descubrir el mundo tal y como es, en realidad olvidaba que este lugar maravilloso lo componían seres humanos con cada una de nuestras miserias.

Djine me introdujo en Senegal, en lo que yo entonces pensaba que era Senegal, pero en realidad hizo algo que yo entonces empecé a valorar y que ahora con la perspectiva del tiempo he logrado admirar por el valor que ello tiene, me abrió su casa, me brindó su bebida, su comida. Me prestó la compañía de su familia, de sus amigos de lo que en esencia era su vida. Ahora que Djine se ha convertido, por derecho propio, en uno de mis grandes amigos, parece sencilla tal hospitalidad, pero entonces yo no era más que un medicucho idealista sin clara noción de lo que pretendía hacer en el África subsahariana.

Sin embargo, Djine no fue el único que me había abierto sus puertas. Ya años antes yo frecuntaba una práctica de viaje que ahora no se me ocurriría recomendar a mis hijas, quizás por responsabilidad de padre, quizás por miedo a lo desconocido. Utilizaba el autostop como vía de desplazamiento,  a veces de escape. Recuerdo en una ocasión que estaba en Escocia, veinte días sin afeitarme, oliendo a perros por no nombrar otro animal. Oscurecía en los acantilados de las Highlands escocesas y yo me había quedado absorto con la música de las gaitas. Me disponía a dormir en cualquier rincón, entenderme, era joven, era verano, no hacía mucho frío y las incomodidades se superaban con mi escaso poder adquisitivo en ese momento. Una señora muy escocesa se acercó a mí, me tendíó la mano y me llevó a su casa, me dio de cenar y una buena cama. Sólo me pidió un intercambio de palabras, simple comunicación.

Poco tiempo después Djine hizo lo mismo.

Quizás la abertura a su vida dependiera de ese momento, cuando tu esencia es más simple, cuando estás más perdido, cuando muestras esa cara de desconcierto de no saber que vas a hacer en los siguientes minutos, quizás es entonces cuando la gente cree que eres más inofensivo, aunque ahora años más tarde creo que esa reflexión no es la correcta, quizás el hombre es bueno por naturaleza y simplemente las cosas deberían ser así de simples, dar de comer al que tiene hambre, de beber al sediento, dar un abrazo al que lo necesita, y llenar tu vidas de sonrisas, no porque te hayan analizado previamente a ver que te pueda interesar, más sino simplemente porque es lo que me apetece dar, lo que soy capaz de dar.

Djne no fue el primero que me dio sonrisas, pero sí fue gracias a él que pude empezarlas a disfrutar sin preguntarme nada a cambio,.., a Djine le debo ese concepto de felicidad, de amistad pura.

Hace una semana murió de malaria uno de sus hijos. Cuando hablé con él, sólo me transmitió calma, me dijo que las cosas eran así porque debían ser así y que estaba agradecido por todo lo que tenía y por los dieciocho años de vida que su hijo había compartido con los que quería...

Todo ello me hace reflexionar en lo resuelto que está el concepto de muerte en estos lugares y en lo poco resuelto que a veces lo tenemos nosotros, a pesar de que todos, algún día, nos iremos, pues la muerte es seguro que en algún momento nos acontece.

Djine me volvió a dar una lección de felicidad, una lección de vida. Acto seguido nos pusimos a hablar de Okume y de los próximos acontecimientos en Senegal, en Guerlé, en su casa ,.., en mi hogar, en su familia que también es la mía. No me dejó decir adiós, pues nunca dije hola... simplemente me introdujo en su mundo y de su mundo nunca más saldré....ese mundo que está lleno de esos seres humanos con tantas y tantas historias diferentes que lo componen...

Gracias Djine.

Salut i Força

Jordi Seuba

4 comentarios:

  1. Por algún motivo nosotros nos hemos encontrado contigo Jordi y en la mayoría de los casos nos hemos sumado a Okume casi sin darnos cuenta. Algunos porque participamos acudiendo a un concierto, y otros hemos acabado como voluntarios. Por algún motivo, a veces estar cerca de todo lo bueno que el ser humano puede brindar, también resulta tremendamente adictivo; y una vez lo pruebas no hay vuelta atrás.

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  2. Totalmente de acuerdo con lo que Anónimo dice. Yo no lo podria describir mejor. Me pasa exactamente lo mismo.
    Y gracias a cruzarme en mi camino con Jordi, Okume y todas las personas que estoy conociendo y que forman esta gran familia, he encontrado mi camino y se lo que quiero hacer en mi vida.....DAR sin esperar nada a cambio. Es la mejor medicina.

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  3. Esas sencillas palabras de agradecimiento que a veces tanto nos cuesta decir o escribir són necesarias en nuestra realidad para no olvidar que la naturaleza del ser humano no és nociva sinó altruista en su estado más puro.

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  4. Estava desitjant llegir una altre de les teves aventures o histories,tot el que escrius m'agrada molt..amb algunes has fet que m'emocioni d'alegria..I que també conegui coses que per mi eran desconegudes..pero el d'avui.. imaginar.me el dolor d'aquest bon amic q tens petit docteur,perdre el seu fill,sap molt greu,també soc mare..quin dolor més gran..(que Deu ens lliuri).Que t'hagin overt les portes de casa seva i els seus cors,no m'extranya gens..qui li pot tencar casa seva,o no donar.li tot a canvi de res..amb un Jordi que te el cor més gran mai he conegut..doncs es imposible,perque t'ho mereixes tot i més..no canvïis mai.Graciés per ensenyar.nos el teu món i el d'OkumeAZ!

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