miércoles, 26 de mayo de 2010

El precio de doscientos euros

Ayer recibí una noticia maravillosa. Me llamaron desde Senegal, desde el pueblecito de Guerlé Seck. Fue mi amigo Kalam, que precisó de un traductor en francés para transmitirme lo que quería.

Me explicó que la noche anterior en el dispensario del poblado que la Fundación ayuda a gestionar, sucedió un hecho muy grave. Una señora embarazada se presentó totalmente cubierta de sangre, en estado de shock, y con dilatación del cuello uterino. Mame Diarra que es la enfermera jefa del dispensario colocó una vía un suero de rehidratación y justo en ese instante apareció, cuando ya no sabían que hacer, la ambulancia felizmente reparada, conducida por el mecánico de la ciudad de Touba, que había decidido seguir una corazonada y traer la ambulancia unas horas antes de lo que pensaba hacerlo. Ese hecho totalmente casual hizo que la señora subiera inmediatamente al vehículo y tras dos horas de conducción llegaran al hospital de Diourbel, y allí madre e hijo ahora permanecieran a salvo.

Lo más maravilloso de este evento, que no dejaría de ser un anécdota más, es saber que la ambulancia llevaba más de quince días parada hasta que el mecánico dio una cifra aproximada del coste de la reparación. Que la cooperativa sanitaria de Guerlé Seck intentó conseguir un dinero que no llegaron a encontrar hasta que finalmente contactaron conmigo para solicitarme el importe total de la reparación: doscientos euros. 
Como no había manera de ir a los fondos de la Fundación a por ese dinero, fui al banco a sacarlo para enviarlo por Western Union, y una señora que estaba comiendo conmigo en la mesa de mi lugar de trabajo, mientras se producía la conversación telefónica solicitándome la ayuda para reparar el vehículo, una señora que apenas me conocía, sólo de intercambiar miradas furtivas en esa hora de descanso de forma casí diaria,  esa señora, abrió su monedero y me dio cien euros para contribuir en cierta manera con esa necesidad inmediata, sin pedirme nada a cambio, simplemente confiando en hacer un buen uso de ese dinero.

Junté sus cien euros con mis cien euros, los enviamos y el final de la historia ya os lo he contado, la vida de dos personas por doscientos euros.

Cierto es que los males ajenos nos parecen lejanos y a veces nos escusamos en esa obviedad de que nosostros no podemos hacer nada para cambiar las cosas, pero cuando suceden acontecimientos como el que os acabo de trasmitir es cuando digo que NO, que NO ES CIERTO, que la suma de muchos o de muchos pocos  sirve para mejorar las cosas, aunque sólo sea para salvar una vida humana.

Siguiendo el hilo de esta reflexión vuelvo a dar las gracias a los héroes de nuestra Fundación, sea cual sea su forma de participación,..., entre todos sumamos un gran poquito, pero esa pequeña aportación expresa resultados inesperados... ¿no vale la pena todo este esfuerzo?

Cada evento, cada proyecto, cada cuota de cada socio,..., más de cien personas persiguiendo un sueño, mejorar el sueño de otros. La respuesta es, que vale la pena.

Salut i força

Jordi Seuba

2 comentarios:

  1. Acabo de escuchar el mensaje de la heroina anónima que ha hecho posible que con su participación en el objetivo de la ambulancia se haya realizado.

    Dicho comentario lo he escuchado y no leído (por no llevar las gafas encima) por la voz de Susy que es la encargada de gestionar todo lo que hay que realizar en internet sobre la Fundación Okume.

    Me siento ampliamente satisfecho de que existan héroes anónimos para conseguir grandes objetivos como suma de pequeños esfuerzos y voluntades de grandes voluntarios.

    Gracias por vuestra colaboración.

    ResponderEliminar

Comentarios